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EL ANCIANO PAISIOS DEL MONTE ATOS

PALABRAS DEL ANCIANO PAISIOS

PEQUEÑA "FILOKALIA" - Historias del gerontikon

Sobre el Bien y el Mal

Sobre la concupiscencia

Sobre la avaricia

Sobre el Arrepentimiento

Sobre la Oración

Sobre el Ayuno

PEQUEÑA "FILOKALIA"

HISTORIAS DEL GERONTIKON - Sobre la concupiscencia

Abad Agatón / San Efraín / San Casiano de Roma / San Marcos el Asceta / San Nilo el Asceta / San Diádoco de Fótice / San Máximo el Confesor / San Talasio de Libia / San Teodoro de Edesa

Abad Agatón

UN HERMANO estaba consultando al abad Agatón sobre la fornicación. Y aquél le dijo:

-Ve, pon tu debilidad ante Dios y encontrarás sosiego.[1]

San Efraín

OTRA VEZ, al pasar por la ciudad Efraín, parece que alguien puso a una prostituta a arrastrarlo a las relaciones carnales o, si no lo conseguía, que al menos hiciera que se encolerizara, porque nadie lo había visto nunca enfadarse. Y él le dice:

-Sígueme.

Y al llegar a un lugar donde estaba reunida mucha gente, le dijo:

-Ven aquí que hagamos lo que quieres.

Pero ella, al ver a la gente, le dice:

-¿No es una vergüenza hacerlo delante de tanta gente?

Y él le dice:

-Si nos da vergüenza de los hombres, mucho más debemos avergonzarnos ante Dios, que ve incluso lo que se oculta en la oscuridad.[2]

San Casiano de Roma

DEBEMOS, PUES, de acuerdo con las palabras del Señor, limpiar primero el interior de la copa y del plato para que quede también limpio por fuera.[3] Precisamente por eso, si sentimos la necesidad, como dijo el Apóstol, de combatir debidamente y coronarnos [4] venciendo el espíritu impuro de la fornicación, no debemos apoyarnos en nuestras propias fuerzas y ejercicios, sino en la ayuda de Dios nuestro Señor. Porque este espíritu no dejará de combatir al hombre a no ser que éste crea realmente que se cura y ascienda al nivel de la pureza no por su propia atención y por sus propios esfuerzos, sino con la ayuda y la protección de Dios. Este logro sobrepasa la naturaleza del hombre, y, de alguna manera, quien ha vencido las incitaciones y los placeres de la carne, abandona su cuerpo. Por consiguiente no es posible que el hombre con sus propias alas (por así decir) vuele hacia este elevado y celestial trofeo de la santidad e imite a los ángeles, si no lo levanta de la tierra y el fango la gracia de Dios. Y ninguna otra virtud hace a los hombres, a pesar de tener carne, parecerse a los espirituales ángeles como la templanza. Con esta virtud, como dice el Apóstol, pueden tener la ciudadanía del cielo mientras se encuentran aún en la tierra.[5] Podemos darnos cuenta de que hemos conquistado plenamente esta virtud si vemos que nuestra alma no disfruta con ninguna imagen de fantasía obscena en nuestros sueños. Porque aunque esto no se considere pecado, demuestra no obstante que el alma está enferma y no ha sido liberada del vicio de la fornicación. De este modo, debemos darnos cuenta de que estas fantasías obscenas que vemos en sueños ponen de manifiesto nuestro descuido y debilidad; la enfermedad que se oculta en los abismos de nuestra alma la saca a la luz la polución ocurrida mientras dormimos. Por ello el médico de las almas nos ha puesto la medicina en los abismos del alma, donde sabía que se encuentran las causas de la enfermedad, y dijo, "todo aquel que mira a una mujer con ojos concupiscentes, ya adulteró con ella en su corazón".[6] No cura tanto la lujuria de los ojos cuanto el alma en nuestro interior, porque ésta no utiliza como debe los ojos que Dios nos dio por nuestro bien. Y así, el sabio Proverbio no dice "por encima de todo guarda tus ojos", sino "por encima de todo guarda tu corazón",[7] poniendo la medicina de la atención en aquella que utiliza los ojos a su voluntad.[8]

San Marcos el Asceta

EL CORAZÓN que ama los placeres se convierte en cárcel y cadena del alma en el momento de la muerte; el corazón compasivo es una puerta abierta.[9]

CAUSA DE TODO MAL son la vanidad y el placer; quien no los ha aborrecido no puede vencer sus vicios.[10]

NO DIGAS que no puede perseguir los placeres el pobre porque no tenga los medios; porque se pueden perseguir simplemente con el pensamiento hasta los placeres más viles.[11]

EL QUE AMA EL PLACER se aflige con las críticas y los tormentos, mientras que quien ama a Dios, con los elogios y la holganza.[12]

San Nilo el Asceta

Y CUANDO CREAS que estás cerca de Dios, cuídate del demonio de la fornicación. Porque sabe muy bien engañar, es el más envidioso y procura anular el movimiento y la pureza de tu alma, de modo que consigue distraerla incluso de Dios, cuando la mente está cerca de Él con devoción y temor.[13]

MIENTRAS estás atento a la belleza del cuerpo y tu mente se interesa por los deleites corporales, jamás has visto el lugar de la oración y está lejos de ti su bendito camino.[14]

CAMINAR con el vientre es cierto que significa al placer, porque la causa de casi todos los placeres es el vientre. Cuando éste se llena, siguen apremiantes deseos de otros placeres; pero cuando está vacío, los deseos son más sosegados y firmes. (...) El que ama el placer, pues, anda con el vientre, pues todo él se inclina al deleite y los placeres. El que apenas comienza vivir con virtud retira la grasa del vientre evitando los alimentos que engordan. El que mejora en la vida virtuosa, limpia el interior del vientre, y el perfecto limpia todo el vientre rechazando por completo lo que no es estrictamente necesario. Es pues muy adecuada la frase "caminarás con el pecho y el vientre", porque el placer no caracteriza a aquellos que permanecen en pie y sosegados, sino a cuantos tienen vicios y están llenos de agitación. Y más cerca del vicio de la gula está el sexual. De ese modo, la naturaleza, para mostrar su semejanza, ha colocado los órganos genitales bajo el vientre, mostrando con la proximidad la afinidad. Si el deseo genital es débil, se debe al vientre que está vacío, y si es fuerte e intenso, del vientre recibe su fuerza.[15]

San Diádoco de Fótice

CONDICIÓN Y TÉRMINO de la castidad es la unión con Dios.[16]

San Máximo el Confesor

SI EL ALMA es superior al cuerpo, e incomparablemente superior al mundo el Dios que lo creó, aquél que prefiere el cuerpo al alma, y el mundo al Dios creador, no difiere en nada de los idólatras.[17]

EL DESEO vehemente se apaga o cuando cerca a su objeto y lo siente pequeño para él, o cuando deja de estimarlo sintiendo aborrecimiento por su obscenidad y su fealdad; ambas situaciones engendran la saciedad. Dios, siendo en su naturaleza infinito y precioso, aumenta sin límites el deseo de aquellos que comulgan con Él y lo disfrutan.[18]

San Talasio de Libia

NEGLIGENCIA es la indiferencia del alma. El alma es indiferente cuando está enferma de concupiscencia.[19]

San Teodoro de Edesa

ALGUNOS TENÍAN la duda de cuál de las dos cosas es lo que ocurre, si la idea provoca los vicios o los vicios la idea, porque unos sostienen lo uno y otros lo otro. Mi opinión es que los vicios provocan las ideas. Si el alma no tuviera los vicios, no le molestarían las ideas maliciosas.[20]

[1] Gerontikon , 21

[2] Gerontikon , 3

[3] Mt. 23, 26

[4] II Tim. 2, 5

[5] Filip. 3, 20

[6] Mt. 5, 28

[7] Prov. 4, 23

[8] Al obispo Cástor: sobre el espíritu de la fornicación y el deseo de la carne

[9] Sobre la ley espiritual, 20

[10] Ibid . 99

[11] Sobre aquellos que creen estar justificados por sus obras, 143

[12] Ibid . 192

[13] Sobre la oración, 90

[14] Ibid . 152

[15] Discurso ascético, en: Filokalia de la sagrados sobrios , Atenas 1982, pp. 222-3.

[16] Reglas, 8

[17] Sobre el amor, capítulo ciento uno, 7

[18] Sobre diversas dudas de los santos Dionisio y Gregorio, PG 91, 1089b.

[19] Sobre el amor y la continencia, ciento tres, 51

[20] Capítulos edificantes, 14

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