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El icono orthodoxo como medio y lygar de multiples encuentros

La veneración y prosternación ante los sagrados iconos

Discurso de su excelencia mon-señor Aghatangelos, Obispo de Fanarion, a su santidad el Papa Benedicto xvi

Discurso del Papa Benedicto xvi a un grupo de sacerdotes y seminaristas de la iglesia ortodoxa de Grecia

El «Menologio» de Basilio II

DISCURSO DE SU EXCELENCIA MONSEÑOR AGHATANGELOS, OBISPO DE FANARION, A SU SANTIDAD EL PAPA BENEDICTO XVI CON OPORTUNIDAD DE LA PEREGRINACIÓN DEL INSTITUTO TEOLÓGICO DE "APOSTÓLOKI DIAKONÍA" DE LA IGLESIA DE GRECIA A ROMA.

Santidad,
Sobre las paredes de las catacumbas de Roma se puede ver, de vez en cuando, pintada la figura de una mujer que reza, la Orante. Mira hacia el cielo, con las manos abiertas y alzadas, con las palmas en alto. Esta es una de las más antiguas representaciones cristianas. ¿Qué representa? ¿ La Virgen María , la Iglesia , o bien el alma que reza, o quizás, las tres juntas? De cualquier modo que sea interpretada esta figura, representa por seguro una posición cristiana de base: la posición de la epíclesis, de la invitación, de la espera del Espíritu Santo por parte del pueblo de Dios.

Glorificamos al Dios Santo, al Paráclito, al Espíritu de la Verdad , que ha fundado la institución de la Iglesia , el que nos ha devuelto hoy la dignidad de estar reunidos en el mismo lugar para tener la bendición y la alegría espiritual de encontrar a Vuestra Santidad, el Papa y Obispo de Roma, de ser conectados con nuestras raíces comunes, de poder orar sobre las tumbas de los Mártires, de venerar las tumbas de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, de encontrarnos con hermanos y amigos queridísimos.

Todo fue iniciado con la visita a Atenas de Vuestro Predecesor de bienaventurada memoria, Juan Pablo II, cuando siguiendo los pasos de San Pablo, él peregrina –acompañado de Su Beatitud el Arzobispo de Atenas y de toda Grecia Christódulos - sobre el Areópago, allí donde el Apóstol anunció a los atenienses a Cristo Crucificado y Resucitado. Siguieron los distintos intercambios oficiales de las dos Iglesias, la colaboración cultural de la Biblioteca Apostólica Vaticana para la edición del facsímile del Menologio del Emperador Basilio II y, en fin, un programa exhaustivo para aprender la lengua griega y de conocimiento de la civilización griega y de la Tradición Ortodoxa por parte de 30 estudiantes de la Iglesia Católica , que se realiza cada verano con la iniciativa de la Diaconía Apostólica , de la Escuela de Teología y la bendición de Su Beatitud el Arzobispo Christódulos. Con la colaboración del Consejo Pontificio por la Unidad de los Cristianos ya hemos programado la segunda visita educativa para el verano de este año.

Detrás de esta colaboración y de nuestros pasos se esconde, con discernimiento y silencio, Dios mismo. Cuando, el verano pasado, terminó el programa de la primera visita educativa de los hermanos becados de la Iglesia Católica , uno escribió: “Hasta hoy oraba por mi iglesia. ¡Desde ahora en adelante, rezaré por la Iglesia de Cristo!” ¿Quién, pues, tiene el derecho a quedar indiferente, cuándo siente esta expresión de un hermano Cristiano?

La Diaconía Apostólica , que ya sirve a la Iglesia desde hace 90 años, es el organismo misionero, editorial y catequético de la Iglesia de Grecia. Es un organismo auto-administrado y auto-financiado y esto le da la posibilidad de dialogar y de cooperar libremente superando las dificultades de naturaleza eclesiástica o canónica.

El puesto de quien ahora le dirige la palabra, ha sido ocupado por grandes personajes, académicos y rectores universitarios entre los cuales también mi famoso predecesor, Su Beatitud el Arzobispo Anastasios, actual Primado de Albania.

Hoy lo visitamos a Usted junto a autoridades del Organismo de la Diaconía Apostólica , como el Archimandrita Dionyssios, Director del Personal, y el Archimandrita Alexios, Director de nuestro Instituto de Teología, ambos Vicarios Generales de dos Diócesis Metropolitanas de Grecia. Nos acompañan sacerdotes y estudiantes del Instituto Teológico, que este año cumple 72 años de vida y en el que fueron formados cerca de 6000 entendidos y autoridades de nuestra Iglesia, algunos de los que hoy son grandes personajes eclesiásticos como Su Eminencia al Arzobispo de Pérgamo Ioannis Zizioulas. Entre nuestros becados se cuentan a dos jóvenes católicos, que cohabitan con sus hermanos y amigos ortodoxos. Esta es una mínima cooperación entre nosotros y la hermana Iglesia Católica, la que siempre, con gran cariño, continúa ofreciendo becas a teólogos Ortodoxos griegos y a hospedarlos cerca de sus Colegios y Seminarios.

Quien le dirige la palabra, como obispo mucho más joven en todo, no ha tenido el honor y la gracia de conocerlo personalmente. He, en cualquier caso, escuchado hablar de usted, Cardenal Joseph Ratzinger, el teólogo eminente, el hombre que vivía una vida solitaria, solo con Dios, el amigo de la Ortodoxia , cuando frecuentaba los Seminarios Teológicos del Centro Ortodoxo del Patriarcado Ecuménico a Chambésy, Ginebra, en el tiempo en cuyo Arzobispo de Suiza fue Su Eminencia Monseñor Damaskinòs.

Su reciente elección en la sede del Primado de la Iglesia Católica , ha cultivado en la conciencia de todos los ortodoxos la esperanza y la expectación por la maduración del dialogo teológico oficial, que con la gracia divina se ha iniciado de nuevo, y la intención de orar, para que todos podamos vivir unidos el misterio de la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica.

Santidad,
En el tercer milenio, en el que estamos viviendo, los Cristianos del mundo, cansados de la violencia y de la guerra, la injusticia, la discordia y los litigios, de las tensiones del poder, ponen con insistencia una pregunta: ¿Por qué, nosotros los cristianos, estamos divididos? Solo la Teología y el Amor pueden vencer las divisiones. Es necesario que cuando hagamos teología, la hagamos en el nombre de Dios, superando las oxidaciones del tiempo, la psicosis de las circunstancias y los convencionalismos de la historia.

¡El dialogo teológico se ha iniciado! Esto significa que la historia de la Iglesia y del mundo queda siempre abierta a las manos de Dios; que Cristo se encuentra frente a las puertas de nuestras Iglesias y las toca para que le abramos.

Esperamos en Usted. No es casual que en toda Grecia digamos que el nuevo Papa Benedicto XVI es teólogo. ¡Y un teólogo que reza!

En conclusión, como representante de Su Beatitud el Arzobispo de Atenas y de toda Grecia Christódulos, Le entrego un abrazo fraterno y sus calurosos saludos y Le ruego aceptar su carta personal que me ha encargado entregársela personalmente.

Pero primeramente, con los saludos de nuestro Primado y Padre Espiritual, le ruego humildemente de recibir también los saludos de todos nuestros colaboradores de la Diaconía Apostólica , de los padres y de nuestros estudiantes de la Escuela Teológica , para que Dios le conceda, con la intercesión de la Santísima Theotókos , de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y de San Benito, salud cristalina, días de diaconía primacial sin tristezas, con paciencia y coraje espiritual, para que Usted pueda dar testimonio de “la esperanza que esta en nosotros”.

Santidad,
Permítame concluir estos humildes pensamientos con un extracto de la Didajé Apostólica (Cáp.9, 4) :

•  Era grano, sembrado en montañas y valles.

•  Fue recogido, molido y fermentado y se convirtió en pan.

•  Lo hemos bendecido y fue consagrado y se convirtió en Cuerpo de Cristo.

•  También nosotros, Señor, estamos dispersos…

•  ¡Reúnenos cerca de Ti, Señor! ¡Muélenos! ¡Transfórmanos en pan! ¡Haz de todos nosotros uno en Tu Iglesia y santifícanos! ¡Tómanos en Tu Reino!

Santidad,
Finalmente le agradecemos y nos confiamos a su oración,

 

 

DISCURSO DEL PAPA BENEDICTO XVI
A UN GRUPO DE SACERDOTES Y SEMINARISTAS
DE LA IGLESIA ORTODOXA DE GRECIA


Lunes 27 de febrero de 2006

 

Excelencia;
reverendísimos archimandritas,
sacerdotes,
seminaristas y demás participantes en la "visita de estudio" a Roma:
 

Al acogeros con alegría y gratitud, con ocasión de la iniciativa de esta visita a Roma, deseo citar la exhortación que san Ignacio, el gran obispo de Antioquía, dirigió a los Efesios:  "Poned empeño en reuniros con más frecuencia para dar gracias a Dios y tributarle gloria. Porque, si os congregáis con frecuencia, se derriban las fortalezas de Satanás y por la concordia de vuestra fe se destruye la ruina que él os procura" ( Efes. XIII, 1).

Para nosotros, cristianos de Oriente y Occidente, al inicio del segundo milenio las fuerzas del mal han actuado también en las divisiones que aún perduran entre nosotros. Sin embargo, durante los últimos cuarenta años, muchos signos consoladores y llenos de esperanza nos han permitido vislumbrar una nueva aurora, la del día en que comprenderemos plenamente que estar arraigados y fundados en la caridad de Cristo significa encontrar concretamente un camino para  superar nuestras divisiones a través de  una  conversión personal y comunitaria, el ejercicio de la escucha del otro y la oración en común por nuestra unidad.

Entre los signos consoladores de este itinerario exigente e irrenunciable, me complace recordar el desarrollo reciente y positivo de las relaciones entre la Iglesia de Roma y la Iglesia ortodoxa de Grecia. Después del memorable encuentro en el Areópago de Atenas entre mi amado predecesor el Papa Juan Pablo II y Su Beatitud Cristódulos, arzobispo de Atenas y de toda Grecia, se han llevado a cabo varios actos de colaboración y se han realizado iniciativas útiles para conocernos más a fondo y favorecer la formación de las generaciones más jóvenes.

El intercambio de visitas y de becas, y la cooperación en el campo editorial han resultado modos eficaces para promover el diálogo y profundizar la caridad, que es la perfección de la vida -como afirma también san Ignacio- y que, unida al principio, la fe, prevalecerá sobre las discordias de este mundo.

Agradezco de corazón a la Apostoliki Diakonía esta visita a Roma y los proyectos de formación que está desarrollando con el Comité católico para la colaboración cultural con las Iglesias ortodoxas en el ámbito del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos. Estoy seguro de que la caridad recíproca alimentará nuestra creatividad y nos hará recorrer caminos nuevos.

Debemos afrontar los desafíos que se plantean a la fe, cultivar el humus espiritual que ha nutrido durante siglos a Europa, reafirmar los valores cristianos, promover la paz y el encuentro, incluso en las condiciones más difíciles, profundizar los elementos de fe y de vida eclesial que pueden conducirnos a la meta de la comunión  plena  en la verdad y en la caridad, sobre todo ahora que el diálogo teológico oficial entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa en su conjunto reanuda su camino con renovado vigor.

En la vida cristiana la fe, la esperanza y la caridad van juntas. ¡Cuánto más auténtico y eficaz sería nuestro testimonio en el mundo de hoy, si comprendiéramos que el camino hacia la unidad nos exige a todos una fe más viva, una esperanza más firme y una caridad que sea verdaderamente la inspiración más profunda que alimenta nuestras relaciones recíprocas! Sin embargo, la esperanza se practica en la paciencia, en la humildad y en la confianza en Aquel que nos guía. La meta de la unidad entre los discípulos de Cristo, aunque parezca que no es inmediata, no nos impide vivir entre nosotros ya ahora en la caridad, en todos los niveles. No hay lugar ni tiempo en que el amor, según el modelo del de nuestro Maestro, Cristo, sea superfluo; no podrá por menos de acortar el camino hacia la comunión plena.

Os encomiendo la tarea de llevar la expresión de mis sentimientos de sincera caridad fraterna a Su Beatitud Cristódulos. Él estuvo con nosotros, aquí en Roma, en el funeral del Papa Juan Pablo II.
El Señor nos indicará los modos y los tiempos para renovar nuestro encuentro, en el clima gozoso de una reunión de hermanos.

Ojalá que vuestra visita tenga el éxito esperado. Os acompaña mi bendición.

 

 

     

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