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Revista “Panta ta Ethni” (“Todas las naciones”)

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Arzobispo de Albania Anastasio

Semana de la Misión Exterior

ARZOBISPO DE ALBANIA ANASTASIO
Un Islam extremista, foco de atracción para los hambrientos

"Estamos viviendo un choque entre civilización y terrorismo, y no un choque de civilizaciones". En esto es categoremático el Jerarca de la Iglesia Ortodoxa Autocéfala de Albania, Arzobispo Anastasio. No cree que los organizadores del atentado terrorista de Nueva York representen al Islam. En septiembre asistió en Sarajevo a un encuentro entre cristianos y musulmanes sobre la coexistencia de ambas religiones en Europa (donde fue galardonado con el premio "Pro Humanitate" por la Fundación Europea de Cultura "Pro Europa"). A comienzos de octubre estuvo en Roma, para participar en una cumbre entre intelectuales cristianos y musulmanes y dirigentes religiosos. "Los musulmanes participantes insistieron en que el Islam condena el terrorismo. Pero no puede ponerse en duda que hay otros musulmanes que planean y apoyan sus atentados terroristas con su propia interpretación, e incluso inspirándose en el Corán".

Tiene la mirada vuelta hacia lo "diferente", tiene valor y conocimiento. Puede hablar sobre el Islam, el Arzobispo Anastasio. Es el hombre que en 1975 (Obispo de Androusa de la Iglesia de Grecia, entonces *, y profesor de la Universidad de Atenas) publicó la primera obra compleja e informativa sobre el islamismo aparecida en griego. Fue y sigue siendo el único prelado griego que sintió que era "urgente" la necesidad de cubrir un vacío histórico: el de la ignorancia sobre la religión y la cultura de los musulmanes "junto a o entre los cuales vivieron durante siglos los griegos".

Desde hace 10 años, esta misma persona vive en el país de las contradicciones, la tristeza y el optimismo. Allí continúa su camino de ofrecimiento a los demás. Desde allí sigue buscando "la solución al gran problema de cómo ver al "otro", a lo diferente. Lo verás con hostilidad, con la idea de que se mueve fuera del amor de Dios, o lo verás como otra forma de Su Providencia..". Sigue el camino del entendimiento mutuo, y por ello fue galardonado con el premio "Pro Humanitate". Gracias a su fe en la "necesidad de la existencia de una infraestructura para la paz, que no es sino la dignidad de los hombres y la calidad de vida", su nombre consta en la lista de los candidatos al Nobel de la Paz.

En un rincón de este mundo dividido, el Arzobispo Anastasio vuelve su mirada calma a la ventana de su despacho. Mira una imagen que simboliza la paz y la esperanza. Allí, junto al cristal rayado donde hay incrustada una bala (señal de los enfrentamientos del ayer), ha construido su nido una paloma, una tórtola. Allí ha alumbrado a sus polluelos. Allí les enseña a volar. Y él corre la cortina, con cuidado, para no asustarlos...

¿Está de acuerdo con la opinión de Huntington de que estamos viviendo un choque de civilizaciones?

Más bien estamos viviendo un choque entre civilización y terrorismo. No creo que el terrorismo exprese civilización. Desde hace tiempo estoy en desacuerdo con el libro de Samuel Huntington "El choque de civilizaciones". Como es bien sabido, este profesor de estudios estratégicos distingue entre civilización occidental, tal y como fue conformada por el Catolicismo Romano y el Protestantismo, y civilización oriental, en la cual junto al Islam sitúa arbitrariamente al Cristianismo Ortodoxo. Especialmente esta última conexión la considero inadmisible. En tiempos anteriores el terrorismo como grito de protesta frente a regímenes opresivos fue utilizado por grupos indiferentes o incluso hostiles a todo tipo de religiosidad. La novedad a la que asistimos hoy es un terrorismo evolucionado, que junto a las últimas tecnologías emplea impulsos religiosos. No creo que los organizadores del atentado terrorista del 11 de septiembre representen al Islam en su conjunto. Hay muchos musulmanes que lo condenaron.

¿Está de acuerdo con aquéllos que describen la situación como el comienzo de una guerra de religión entre el Islam y el Cristianismo?

No es, creo, exacto hablar de guerra de religión entre el Islam y el Cristianismo. Para empezar, no hay en este momento un mundo cristiano unitario. Además, no hay Islam unitario. En el mundo occidental un gran porcentaje de la gente es completamente indiferente a los principios cristianos. La secularización y la indiferencia religiosa han creado en las sociedades capitalistas nuevos principios, una nueva orientación.

¿Hay un Islam "bueno" que condena el terrorismo y un Islam "malo" que promueve el enfrentamiento?

Hay un problema. Que no se soluciona con que algunos intelectuales musulmanes proclamen que el verdadero Islam condena el terrorismo. Sigue siendo un hecho que multitud de musulmanes están convencidos de que lo que hacen es una guerra y, precisamente, una guerra santa, "yihad". Para ello les sirve también la reciente terminología occidental. Y la "guerra santa" no sólo no la condena el "verdadero Islam", sino que la exige a los musulmanes fieles. En esta época, pues, hay un Islam suave que condena la acción terrorista y otro que la proclama sin reservas. Y lo más peligroso es que los partidarios de esta segunda tendencia están convencidos de que dando su vida por el Islam se aseguran lo más ansiado por un creyente, la segura entrada al paraíso. Ambas tendencias están en posición de justificar su opinión con pasajes y argumentos del Corán. Independientemente de cuál y por quiénes sea considerado el verdadero Islam, el hecho es que también el otro Islam es una realidad. Y en este punto se impone una actitud serena y sobria. Las convicciones religiosas tienen su propia lógica y su propia dinámica.

¿Qué es lo más inquietante en este curso de los acontecimientos?

 

Las sociedades económicamente desarrolladas de Occidente deben tener seriamente en cuenta un importante cambio de posición que está teniendo lugar en nuestra época en la conducta de las sociedades más pobres de nuestro planeta. En el siglo veinte, muchos de los grupos oprimidos se vieron orientados hacia el comunismo, que se había identificado con el materialismo histórico. Y aunque había adoptado importantes eslóganes cristianos, como el de la justicia social, la hermandad, la igualdad, desterró de su potencial de lucha el nervio de la fe religiosa. Hoy, está apareciendo otro foco de atracción para muchos que se mueven en los umbrales del hambre, especialmente en Asia y en África: un Islam que utiliza la fe religiosa de modo extremo. De este modo, podemos vernos llevados a otro tipo de enfrentamiento. Las sociedades ricas de Occidente, que partieron de una tradición cristiana sin permanecer coherentes con ella, deben procurar hacerse verdaderamente justas con respecto a su deuda mundial. Creo que hoy los otros dos nombres de la paz son justicia y desarrollo. Que sigan mostrándose indiferentes a estas dos cosas los países ricos, puede que asistamos a muchas sorpresas y muchas alteraciones en diversos puntos del planeta.

En su estudio sobre el Islam escribe que más allá de las diferencias teológicas, esta religión es la única de las religiones existentes que se encuentra tan cerca, espiritual y geográficamente, del Cristianismo Ortodoxo. ¿Dónde se encuentra especialmente su proximidad?

Evidentemente el Islam se encuentra más cerca del Cristianismo que el Hinduismo, el Budismo, las religiones chinas o japonesas tradicionales, que se apoyan en presupuestos filosóficos y sistemas de pensamiento completamente diferentes. Tanto el Islam como el Cristianismo se han alimentado del sustrato religioso que parte de la tradición de Abraham. Elementos comunes son, en líneas generales, la certeza de la existencia de Dios, la convicción de que la humanidad tiene un origen común, la fe en el mensaje de los profetas que hablaron en nombre de Dios, la fe en la resurrección de los muertos y en el juicio final. También muchas formas de expresión de la experiencia religiosa siguen caminos paralelos: oración, limosna, ayuno, peregrinaciones, profesión de fe, diversas fiestas, respeto al honor y a la posesión. Como la concepción de Dios, el dogma de la Santísima Trinidad, la divinidad de Jesucristo y todo cuanto ésta conlleva, la fe en que "Dios es amor"; en las concepciones sociales, las diferencias culminan especialmente en la concepción relativa al valor y la posición de la mujer, así como a la forma de la libertad religiosa. Por otra parte, por esto no somos la misma religión, sino diferentes. Durante muchos siglos, en cualquier caso, los ortodoxos hemos convivido con poblaciones musulmanas, a pesar de las diferencias y, en algunas zonas, como en la actual Albania, esta convivencia mantiene una forma pacífica.

¿Cómo se puede dar impulso en nuestros tiempos a la coexistencia pacífica?

Ha habido épocas en las que se cultivó la idea de que la unidad de la humanidad se consolidaría mediante la imposición por la fuerza de una u otra religión. Una perspectiva tal no es ya de recibo hoy en día. Creo que con la violencia en nombre de la religión se viola la esencia de la religión. Para cultivar un clima más positivo en las relaciones entre cristianos y musulmanes es preciso introducir el diálogo cristiano-islámico teniendo por centro el estudio y la exaltación de los valores antropológicos esenciales de ambas religiones: p.e., un versículo del Corán (cap. 49 Las habitaciones privadas, vers. 13) señala: "¡Oh, hombres! Os hemos creado de un (solo) hombre y una (sola) mujer, y de vosotros hemos hecho pueblos, razas, para que reconozcan el uno al otro. El más honrado de entre vosotros ante Alá es el más virtuoso". En cuanto a la aterradora energía radiactiva de odio que se extiende por las diversas regiones, el deber especial de los cristianos conscientes es oponerse por medio de iniciativas de amor. En la actual sociedad pluralista, la única opción para una convivencia pacífica es la aceptación de la particularidad del otro, el respeto a la dignidad y a la libertad religiosa de cada persona.

Una refugiada musulmana de Kosovo que hoy vive en Albania ofrece un regalo al Arzobispo Anastasio.

No a la violencia en nombre de la religión.

Era julio de 1991, cuando llegó a Albania como Hexarca Patriarcal. A pesar de todo, "para tener una comunicación con la gente, dije "Christós anesti" ("Cristo ha resucitado"). Y los vi llorar. Oí conmovedoras historias sobre cómo habían mantenido su fe durante todos estos 23 años, sobre cómo esperaban este día"... Algo más tarde, los ortodoxos de Albania escucharon cómo los tranquilizaba: "No os preocupéis, no creo que un bosque sea más hermoso cuando tiene sólo una especie de árbol. Sé que es una bendición que haya muchos árboles y muchos arbustos, basta con que sean sanos".

Con la gente de Albania se consolidó, desde el primer momento, una relación de amor. En una época en que "la nada es un número negativo. No es que simplemente no tengamos nada, es que tenemos mil dificultades. Una terrible desconfianza, condiciones durísimas. Nos hallamos ante lo desconocido, afrontamos hostilidad con respecto a la vida religiosa, personas que se encuentran aún bajo la influencia de ideas con las que los habían bombardeado durante tres generaciones. Esto debe comprenderse, respetarse y aceptarse. Para empezar, los ortodoxos debían no repetir los errores del pasado".

Se esforzó por apoyar y unir a todos los ortodoxos. En la idea de que "este lugar, privado de la fe de Dios, necesita de un amor sincero y desprendido". La Iglesia Ortodoxa tenía además frente a ella a las otras religiones. "Cuando visitas Tirana, u otros pueblos, ves esos grandes bloques de pisos que llaman "palacios". En ellos viven 100 familias musulmanas y sólo 10 o 20 ortodoxas. Y cuando tienes al lado a Sarajevo, a comienzos de la década de los ‘90, piensas qué terrible tragedia sería que cundiera un odio tal entre nosotros".

El peso de la responsabilidad era enorme. "Porque una cosa es hablar en teoría de diálogo y coexistencia, y otra tener el sentido de la responsabilidad de la gente que Dios te confía. Nosotros quisimos ser los primeros trabajadores no sólo por la coexistencia sino por el hermanamiento. Hay un diálogo teórico entre las religiones, pero hay también un diálogo de vida, cuando convives con personas de otras religiones. Lo que conscientemente ha intentado aquí la Iglesia Ortodoxa, y lo ha conseguido, ha sido la coexistencia, la tolerancia religiosa, pero también la cooperación en los asuntos comunes de una sociedad que debe de nuevo caminar hacia la justicia y el amor".

Los albaneses viven esta coexistencia. Ven la práctica, tras la teoría, la imagen del "compartir". "Nuestra primera ayuda la enviamos al norte, donde la mayoría son católicos o musulmanes. Dijimos, nosotros nuestro pan lo compartimos sin preguntar quién eres, qué eres, eres bueno, eres malo, crees como yo o no crees... Esta es la Ortodoxia. El ejemplo que dio Cristo es el del Buen Samaritano. No es casual que en la parábola Cristo utilizara como modelo de caridad a una persona de otro pueblo y de otra religión. Y allí habla de un amor que no tiene fronteras. Éste es el amor cristiano".

Desde entonces hasta hoy Albania ha cambiado. El país está pasando por una nueva época, pero las crisis siguen existiendo. "Creo, sin embargo, que son crisis de la adolescencia, y no crisis de un estado envejecido. Por ello se dan también reacciones extremas que sorprenden. Un estado en continua efervescencia, esto es Albania hoy. La búsqueda es permanente. Hay, por una parte, mejoras, pero los ritmos son lentos. Hemos conseguido una sociedad plurirreligiosa, coexistencia pacífica y cooperación. Lo que no quisiera es ver en los Balcanes que los otros intereses, nacionales o de cualquier otro tipo, utilizaran el aceite de la religión con fines agresivos. El aceite de la religión es para aliviar las heridas y para suavizar los corazones. Para ayudar a los hombres a encontrar la esperanza".

El peligro que describe está relacionado "con aquellos factores que promueven la tensión. Es fácil buscar aliados en un conflicto. Pero, si buscas como aliado al sentimiento religioso, lo estás traicionando y, además, estas creando situaciones enormemente azarosas. No tiene justificación ninguna guerra, ninguna injusticia, agresividad ni violencia en nombre de la religión. Debemos trabajar por la paz. Y para la paz se necesita una infraestructura. Ésta es la que estamos construyendo pacientemente, durante tantos años, ayudando a elevar el nivel de vida, de pensamiento, de educación, de salud, de cultura. Todo esto son infraestructuras de la paz, que ayudan a los hombres a encontrar su dignidad".

La tentación era visible, desde el primer momento, en la amargura de la gente que sufrió durante el régimen anterior. "Esta amargura buscaba un modo de expresarse", recuerda el Arzobispo Anastasio. "La idea inicial era que todos aquellos que fueran perseguidos cerraran filas. Ocurre en todas partes. Nosotros nos opusimos. Dijimos que no crearíamos un frente contra los que tienen una visión del mundo diferente. Seremos originales en lo siguiente: veremos a cada persona con respeto, independientemente de lo que cree o de si cree".

Está profundamente arraigada la convicción de Monseñor Anastasio de que "la única manera de cultivar la paz es el respeto a los otros". Con esta convicción comenzaron y continúan. Se hallaron inmediatamente junto a los refugiados de Kosovo, sabiendo que en su inmensa mayoría son musulmanes. La mayoría, sacerdotes, estudiantes de la Academia de Teología, escondían el crucifijo entre sus ropas para no asustarlos. Comenzaron con un único consejo: "Hablad la lengua del amor, ésa la entienden todos".

Hoy, la Iglesia Ortodoxa de Albania tiene un gran porcentaje de personas que vienen de otras comunidades religiosas o de familias sin religión. El término "ateo" no asusta al Arzobispo Anastasio. "Puede ser que alguien que se autodenomine ateo esté mucho más cerca de Dios que yo, que parezco y soy Su representante. Los límites entre el bien y el mal se encuentran en nuestro corazón. Depende de cuál prevalece en cada momento. Y este sentido de la humildad es un elemento fundamental de la Ortodoxia. Va de la mano de la libertad y del amor".

(Lambriní Stamati, TA NEA, 13.10.2001)

* Y Director General de la Diaconía Apostólica de la Iglesia de Grecia.

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